Trabajadores de limpieza, en primera línea durante la pandemia

El personal de limpieza es uno de los que ha estado en primera línea de lucha contra la pandemia, exponiendo su salud laboral pero realizando su trabajo con compromiso y profesionalidad, a pesar de las circunstancias.

Os reproducimos aquí la carta de Pilar Morales, limpiadora de la empresa Clece en el Hospital Virgen de las Nieves, en Granada, miembro de la Federación de Servicios de USO Jaén, donde relata las dificultades de su sector durante la pandemia.

La transformación del miedo en fortaleza

Hoy, después de un tiempo en que parece que el covid-19 nos da un respiro, creo que es un buen momento para hacer balance y valorar el trabajo y al personal de limpieza que parece invisible a los ojos de casi todo el mundo y al que no se le reconoce el mérito que han tenido.

Cuando todo empezó estábamos, como todo el personal sanitario, con miedo al desconocimiento de este maldito virus, miedo a entrar en las habitaciones de hospitalización, miedo a ir al trabajo, miedo a contagiar a nuestros seres queridos,… MIEDO.

Al iniciar tu jornada te encaminas al cuarto donde la encargada te dice a qué planta vas a ir ese día a realizar tu servicio, te dota de tu mono EPI, tu mascarilla y tus gafas.  El miedo sigue contigo, va a ser tu compañero inseparable durante mucho tiempo.

Vas preparando tus utensilios de trabajo, la lejía, las bolsas, las bayetas de desinfección de las habitaciones, las bayetas del aseo y las de desinfección de los cubos de residuos (se desechan en ellos todos los residuos del paciente, bandejas de comida, residuos de curas, bolsas de orina, EPI del personal, etc.), que son muy pesados y se retiran manualmente, arrastrándolos. Miedo.

Te dispones a enfundarte en el EPI que no te quitarás hasta última hora de tu jornada, los dobles guantes, el gorro, calzas, las mascarillas (en algún caso también defectuosa) y las gafas. Miedo.

Trascurre tu servicio en ocasiones con heridas producidas por las gafas y mascarillas, moviendo cargas pesadas, sobrecargándote la espalda, enfundadas en un mono que no transpira realizando un trabajo físico, con las gafas empañadas y forzando la vista sabiendo que después se traducirá en dolor de cabeza. Miedo.

Miedo también al final de la jornada

Terminas tu jornada, te vas a cambiar al vestuario (por llamarlo de alguna manera) dónde no te puedes duchar ya que es un pasillo al que pusieron una puerta donde estamos hacinadas, coincidimos las compañeras de la mañana que salimos con las de tarde que inician su jornada y carece de duchas, lavabos, WC,… Miedo.

Te vas a tu casa sin poder ver a tu familia, aún pasando por su puerta todos los días, para protegerlos de este maldito virus. Llegas, te desinfectas, te duchas, lavas la ropa e intentas disimular tu miedo mientras comes, cenas, estás descansando. Miedo.

Así un día tras otro. Días en los que ves que esta situación saca tanto lo mejor como lo peor de las personas, días en los que en la planta donde realizas tu trabajo encuentras a personal sanitario que te hacen sentir una más de la plantilla porque entienden que hay que cerrar todas las posibles fisuras por donde pueda introducirse el virus y, en otras, dónde aún sintiendo tu propio miedo, te hacen sentir aún peor negándote un delantal de una donación popular para protegerte y proteger a los demás o negándote una simple mascarilla… Miedo.

Otro día más, calles vacías, vuelves al trabajo, te pones tu EPI y ya estás dispuesta a realizar una labor tan importante como es la desinfección y la retirada de residuos para seguir luchando contra el virus.

Seguimos siendo invisibles

Te armas de coraje y te sientes orgullosa de tu trabajo, te sientes satisfecha de haber dado un 200% aunque sabes que seguimos siendo invisibles. No nos importa, seguimos adelante más fuertes y valientes. Ya no hay silencios asustados al empezar la jornada cuando nos buscábamos con los ojos todas las compañeras para ver que no faltamos ninguna, ya nos permitimos alguna risa con distancia de seguridad, para empezar el turno con alegría.

Somos fuertes interiormente y hemos salido reforzadas, eso sí, no somos invencibles. Hemos demostrado una vez más que estamos a la altura de las circunstancias que se nos presentan, que somos unas grandes profesionales de nuestro sector, que hemos sido un ejemplo de cómo realizar un trabajo en situaciones excepcionales con una actitud impecable y una utilización de EPI y desinfección admirable.

Hay que reconocer la capacidad resolutiva del personal de limpieza demostrando porqué es personal esencial ante esta pandemia.

Todas las personas que trabajan en un hospital son importantísimas e imprescindibles, cada una en su función, por favor no despreciamos el trabajo de los demás.

A todas aquellas personas que no han reconocido nuestra labor, pensad: ¿cómo estarían esas habitaciones sin el servicio de limpieza? ¿Sin la retirada de residuos? ¿Sin la desinfección realizada?

Somos parte de una cadena, valorad al servicio de limpieza como se os valora a vosotros en vuestro trabajo.

Gracias compañeras y compañeros de la limpieza.